Acaso Lispector fue capaz de poner en palabras nuestra más honda humanidad, a veces plena o feliz, en ocasiones mísera, decadente. Y casi siempre solitaria.Y de pronto entonces nos parece estar dialogando como si fuera con una intensa amiga, una hermana de la vida y por qué no una paciente que sufre pero además se regocija o repentinamente se burla del dolor.
Foco, hacer foco. Más. Enfocar con los lentes y con gran lentitud visual. Mirar con tanto esfuerzo hasta que se te achinen los ojos. Es peor en medio de una tormenta porque entonces hace falta concentrarse todavía más. Ahora adelantar un pie, inclinarse como un junco para estirar el cuello.
Amanece traslúcida, cada vez de amarillo.
Ella se incorporó.
Se sienta ahora en el borde de la cama.
Se mira, enajenada y somnolienta,
al espejo (que ocupa la puerta del placard).
Un block de notas torpes se arrellana en sus piernas.
Había llegado el momento en que el silencio es homenaje, la hora en que la tarde se desgaja en colores y casi todo enmudece. El paisaje impreciso me cubrió de nostalgia, sentimiento arraigado en el centro de lo que no consiguió ser indestructible: la gloria perseguida, alcanzada y extraviada en un espacio terrestre tan breve ...
Querido Joaquín: ayer te soñé fecundo, sí, aunque una voz de noche intentó convencerme de lo peor.¿Cómo creer semejante imprudencia? Otra humorada pesimista, pensé. Un artilugio más del Gran Poeta, padre que me desaparece por segunda vez, adivinador de mis pupilas lastimadas.
Como quien sale al mundo por vez primera
ella extiende límite a su llanto:
la ronca huella
no su calor
Piedras para estrenar
El día tóxico cae sobre mis huesos
La incertidumbre resplandece
Un hombre hace gestos al costado de la autopista
Aquí ocurre el mundo
Comunión que se espera del cielo
Soy la que ingresa en la noche
armada hasta los dientes, con espadas mezquinas,
con infieles y tristes proyectiles de capitulaciones.